diario de una actriz

Diario de una actriz

EL HILO

Por Laura D’Anna

Buenos Aires, 24 de enero

Querida Emilia

Ya es hora de que te escriba. Vos no me conociste. Yo nací poco después de tu muerte. Soy la cuarta hija de tu querido sobrino Rodolfo, Bocho… (¿cómo lo llamaban en Santa Teresa?, ¿cómo lo llamabas vos?)

Te escribo porque estoy haciendo una obra de teatro inspirada, en parte, en tu vida. O, para ser más precisa, en tus últimos años. Oliveros.
Tal vez porque es lo primero que supe de vos, que moriste en la Colonia de Oliveros, que no podías hablar…
Ahora que sé otras cosas de tu vida, y que imagino otras más, querría escribir tu historia. Toda. Pero más adelante, porque ahora es el tiempo de estrenar esta obra en la que me acompaña Ana, la directora y dramaturga.

Todo empieza por mí, porque mi abuela Mari, tu hermana María Eugenia, (¿cómo la llamabas vos? ¿Mari, también?) me repetía, siempre, que yo me parecía a vos… ¡Cómo me hacés acordar a Emilia!... por qué, le preguntaba. Y ella, la mirada llena de amor: por la sonrisa, porque te gustan los niños, por el arte.


Bs. As., 25 de enero

Mi abuela Mari no me decía mucho más. O yo no preguntaba. (siempre me pasmó ser tan poco curiosa o taaaannnn discreta. O cultivar el misterio. O dejarlo para después, total todos somos inmortales!)

Algo, sin embargo, pregunté. Y crecí con estas respuestas en algún lugar de mi corazón:

Relato de mi papá. En Oliveros, cuando la iba a visitar, era él la única persona con la que ella trataba de comunicarse. No hablaba más que con gestos y sonidos guturales, desesperadamente. En Oliveros.

Relato de mi mamá. En Santa Teresa, antes de que la llevaran a Oliveros, quería hacer el amor con todos los hombres que venían a la panadería de la familia. Era la hija del panadero, como la lechuza… (Ofelia: acto IV, escena v , Ofelia se dirige a su hermano como si fuera su amante,… )
Un día, la tía Emilia, contaba mi mamá, se sentó en su banquito a contemplar al hombre que
vino a arreglar el molino. Y el banquito se fue acercando cada vez más. Cada vez más…
Ese relato alimentó mi curiosidad en forma subterránea…

Relato del médico de familia, el doctor Orlando. Locura erótica. ¿Ninfomanía?

Vuelvo a mi abuela. Cómo me hacés acordar a ella… ¿Y qué hacía Emilia, abuela? Y… de todo un poco, me respondía, pintura, … guitarra…

Relato de la familia. Tenían un gurú: Jinarajadasa -Raja para lo amigos-, que llegó a ir a Santa Teresa. Eran vegetarianos, “primitivos” -según mi papá-, creían en la reencarnación. En la casa había muchos libros de Khrishnamurti. Leí acerca de la Teosofía, y la biografía de este Raja (con el tiempo llegaría a ser presidente de la Socieda Teosófica Internacional). Me interesó lo que dice del arte, y sobre Shakespeare…


Tía Emilia, ¿leíste Hamlet alguna vez? Hay allí un personaje que se llama Ofelia, que me hace acordar mucho a vos.

Bs. As., 26 de enero
El año pasado, y ya en pleno proceso con la obra, fui en busca de más relatos.
Relato de su sobrino Gustavo. Tenía 8 años cuando murió Emilia. No me habló de su muerte, y menos de su “locura”. La muerte de sus padres había acontecido poco antes de la de Emilia. Me habló de su propia niñez, de su dicha de haber vivido en la misma casa con esa tía que le enseñaba a pintar. Que montaba obras de teatro y de danza en el pueblo (nadie nunca me había mencionado esto…) Que se vestía como quería, con sombreros de ala ancha y vestidos largos, o pantalones anchos (ya démodé o aún muy de vanguardia). Que se había ido a estudiar pintura con su hermana Adelina, las dos señoritas solas, a Rosario, en los años ’30. Pero Emilia además parece que estudió teatro con Blanca Podestá… Y ya de vuelta en el pueblo solían salir al campo con los caballetes y la valijita con las pinturas. Esperá, me dice el tío Gustavo, y se va al fondo de se casa de donde trae la valijita… Una valijita llena de óleos empezados, pinceles y trapos llenos de colores. Intocados. Allí, delante de mis ojos. Todavía olían… La valijita de Emilia.
Dato importante. Y aquí me detengo.

Ey! Tía!!! Se fueron a estudiar con Manuel Musto a Rosario??? Solas las dos hermanas artistas? Y en Saladillo, suburbio donde estaba el Swift en los años 30? ¿Quién era Manuel Musto? ¿Estudiaste teatro, también!!!??

Lunes 28 de enero de 2013
Hoy empecé a ponerle el cuerpo a los personajes. Me cuesta retomar después de un mes y medio de receso. Me mareo, me agarró mucho sueño. Trabajé una hora con el cuerpo, luego una hora revisando y corrigiendo el texto. Estudié las fotos y las poses de Emilia. Repasé la corporalidad de cada una de las tres. Y trabajé con las esculturas de Camille Claudel: LA FORTUNA, EL ABANDONO y EL VALS.

OTRO DESCUBRIMIENTO
El informe de la Colonia de Oliveros de Emilia habla de estupor catatónico. Leí sobre ese diagnóstico: hay un estupor tenso y otro blando.
“En el estupor catatónico tenso el enfermo permanece totalmente inmóvil, sentado o de pie, en una postura por lo general extravagante, como si fuese una estatua…
El blando… sin tener propiamente trastornos del lenguaje, se expresan por señas y gestos. Las crisis de agitación motora con producción de actos agresivos, al igual que en el tenso, son aquí muy frecuentes. El enfermo suele hallarse absorbido por alucinaciones auditivas y visuales.”

Alucinaciones auditivas: pajaritos?
Alucinaciones visuales: los fantasmas?


OTRO DESCUBRIMIENTO
Bachelard. El agua y los sueños.

29 de enero de 2013
Lucia Sander nos había pasado su escrito sobre el Hamlet mutante y uno de Showater, que leo recién ahora, que devoro más bien. Leo a Lucia Sander. Leo acerca de Charcot y de Augustine (y qué casualidad, el año pasado, una tal Alice Winocur hizo una película sobre ellos dos!). Leo lo de Showalter. Pero lo que más me abrió puertas es el texto de Lucia sobre Hamlet, el mutante (tiempo de verano en que una puede disponer de más tiempo para leer  -no sin culpa sin embargo, la culpa siempre a cococho de una).
Aunque sé que todo trabaja subterráneamente, es bueno hacer alguna síntesis, y, si me guío por lo que más me atrajo podré armar mi camino, mi hilo. Voy a tratar de volcarlo por escrito de alguna manera y compartirlo. Tal vez compartir estas notas sueltas.


Buenos Aires, 29 de enero

Tía Emilia,
me siento una detectiva de tu historia, una espía de tu vida. Tengo una hipótesis, pero tengo pánico de confirmarla. Quiero errar, por eso me gustan los recovecos. Por suerte en esta obra no estoy sola, estoy con Ana, que me sacude, me saca del escondite y me lanza al espacio escénico. Y por eso la obra está montada, y se va a estrenar en abril.

¿Posabas para el pintor? ¿Dónde están tus cuadros? Porque los de tu hermana Adelina los he visto. Sé que pintaste una Ultima cena, ¿dónde está?¿ Te enamoraste de él? ¿Por qué te volviste a Santa Teresa? ¿Tu padre mandó a tus hermanos a buscarte? Y él, ¿se fue a Italia,? Cuándo se murió en el 40, ¿eras aún su alumna?

Querida tía, sos yo. Yo soy vos. Ella, Ofelia, es vos. Vos sos ella.
¡Cómo me hacés acordar!

Dos formas de concebir el arte tal vez confluyeron y lucharon en tu alma: la de la Teosofía, filosofía-religión impartida por tu padre, y estimulada por la llegada de Jinarajadasa a Santa Teresa, tu pueblo, cuando eras muy jovencita. 1929?, tenía 21 años? En la foto se te ve seria, vos y Adelina, derecha e izquierda del Maestro. Qué cercanía...¿Será que el gurú los visitó a ustedes, especialmente?
El arte como imagen del mundo perfecto, dice la Teosofía.
Es curioso que Raja (¿vos también lo llamabas así?, porque ya sé que eras una irreverente confianzuda) habla también de Hamlet, de Shakespeare. ¿Leíste Hamlet?

Y después te encontraste con la otra forma de vivir el arte, la de un auténtico artista, Musto. Y no un ideal.

Lucia Sander habla de la materia oscura de Shakespeare

Y qué querías vos de la vida? Cuál era tu concepción?




           

Miércoles 30
Entrenamiento.
Averigüé lo que hay que hacer y cuándo presentar PROTEATRO y FONDO
Averigüé también por danza butoh.


Jueves 31
Mi psicólogo me habló de “la malquerida”, del complejo de castración
Definirse por lo que nos falta? Una mujer siempre se va a sentir malquerida, nunca la van a amar como ella espera?, como el padre?
¿Qué es la antipsiquitría?

Emilia y su anhelo. ¿Cuál? Montaba obras de teatro, se iba a pintar al medio del campo, tocaba la guitarra, enseñaba enseñaba enseñaba
Ponía sahumerios
Salía a caminar con sombreros, pantalones, polleras largas “démodées”. La gente del pueblo las miraba, las tenía por excéntricas, nada más?

Fumaban
Se sentaban en el suelo



Buenos Aires, 9 de febrero
Querida Emilia,
Hace años que tengo ganas de contar tu historia. Ya en 1999, en Viajeros por Shakespeare, estuviste en mi cuerpo cuando yo hacía de la sombra de Ofelia. Ya me hacías acordar a ella. En 2009 en Viajeras en busca del circo diste el nombre a mi personaje, la pequeña Emi.

Pero ya es hora de que seas más que la sombra sin voz o tan sólo un nombre recordado con cariño o dolor.

Querida tía parecida a mí, querido fantasma, te veo en el escenario


20 de febrero
5:07 am
qué suerte que pronto va a amanecer. me gusta ver amaneceres, sentir amaneceres, porque eso siento, los amaneceres se sienten. En la piel, huelen suenan. Te corren por las venas.
Todavía no empezaron los pájaros
voy a sentir el amanecer

Maravillosos los pájaros. (ah! Grabé para la obra unos pajaritos, en otros amaneceres, pajaritos que me van a ayudar a contar tu historia)

Magdalena es un tren que una toma. Maga. Sola. Con quienes se quieran subir. En el vagón viajan mujeres que aman lo que hacen, que luchan por hacerlo, que tratan de vivir según sus propias convicciones. En este tren, yo  haré mi espectáculo de Ofelia Emilia la jardinera.


¿Venís, tía Emi?






Cuadernos de actriz II
(Antes y después del estreno de Me amé, no me di cuenta (el otro camino de Ofelia))

por Laura D'Anna

Yo quiero seguir hablando de Emilia, ¿quién es Emilia? Es mi tía. Siempre me dio mucha curiosidad porque mi abuela me decía que yo me parecía mucho a ella. Aún no sé bien dónde me metí cuando fui a buscar su historia…  Lo que sí sé es que fue un buen impulso, inevitable,  juntarla con otro personaje fascinante para mí, Ofelia, con el que también tengo una larga historia…


marzo 2013

Vivimos desde el año 97 en una casa que vino con “fantasma” incluído. En realidad, yo me imagino que el fantasma de la pelirroja se asoma cada  tanto por la ventana del altillo, que es donde tengo mi escritorio y desde donde estoy escribiendo estas líneas ahora mismo. De esta ventana, una vez, dicen los vecinos, esa mujer quiso huir de su marido golpeador y ató una sábana para bajar y escaparse por el pasillo de la planta baja pero encontró a la muerte sobre el piso de baldosas. La sábana se desató.
Yo podría decir, imitando a mi amiga Lucia Sander, “¡Mujeres, aprendamos a  hacer buenos nudos!!!” Lucia dice, en su exquisito espectáculo Ofelia explica:“¡Mujeres, para sus hijas, clases de natación!” 

La ventana está llena de plantas. Y siempre la dejo abierta.


Ofelia, Emilia, la pelirroja de esta casa. Un altillo.
Te acordás de la loca del altillo, la esposa del protagonista de Jane Eyre?, me dijo Anita cuando yo le conté esta historia. Sí, claro, ¿Y de la mamá de Bernarda Alba???, le respondí yo.
Dementes suicidas encerradas mudas

Hamlet, los “locos” pintores… Porque el marido de la pelirroja era pintor (discípulo de Urrutia), y terminó su vida en el Borda. Se lo llevaron de esta casa porque un día arrojó por el balcón una botella que se fue a romper al lado de un niño que pasaba. El padre de la criatura hizo la denuncia correspondiente. Dicen.

“Ingresa el 3 de enero de 1961: sonriente, con dificultad al hablar, inquieta, deambuladora.”



Quiero dedicar esta obra a mis mujeres “locas”

Y también a la mujer que una vez, en Barracas, me dio un carterazo en la cabeza. Así, sin ningún motivo.
Y también a la que me recitó un poema, en el Moyano, que decía que  los muertos no son los que están en las tumbas.
Y a Antonin, Vincent, Charlotte, Camille…


Una semana antes de estrenar

Me escapé de Rosario un domingo al mediodía, me fui en colectivo a Santa Teresa, el pueblo de Emilia y de mi abuela. Me senté en la primera ventanilla que encontré: asiento 22. El colectivo me dejó en la ruta, debía caminar dos kilómetros y empezó a llover. Una mujer detuvo su coche y me subió sin que yo haga el menor gesto. Todo me acompañaba, me llevaba. Mi “ángel” me dejó en la casa de la Panadería.

ReConocí la casa donde vivió (yo había ido cuando era chiquita) . La casa parecía estar  igual que hace cuarenta años. Cuando toqué la puerta el corazón me galopaba, cuando Fito abre la ventanita, enseguida me reconoce y me dice “Loca!!!!”… Rodolfito es otro de los sobrinos de Emilia, primo de mi papá.
Lo levanté de la siesta, no esperaba encontrarlo, yo creí que esa casa estaba vendida. Por suerte llevo siempre uno de mis budines infalibles y él preparó el mate. Ya sabía que yo estaba averiguando sobre Emilia, su hermano Gustavo ya le había contado (ver Cuaderno de actriz I). Nos pusimos al día con toda la familia. Y de pronto me señala, “ves ahí, en esa pieza la encerraban, cuando la sacaron de Oliveros la encerraron ahí”

“EXAMEN PSICOPATOLÓGICO (P II) Poco cuidadosa de su aseo personal, inquietud, crisis, excitación psicomotora, mirada perdida de estupor. Estereotipos (retuerce continuamente la ropa u objetos que lleva entre sus manos), debe ser retenida porque trata de salir a la fuerza del consultorio.” 

En esa puerta faltaba un vidrio, en la parte de arriba, me cuenta Fito, y ella sacaba las manos por el agujero y me llamaba:” Nene, Nene”.
Tal vez alguien haya abusado de ella, sigue Fito, se escapaba, se iba por ahí. Los tíos y las tías estaban cansados…

“Contestaciones estereotípicas taquigráficas. No tiene conciencia de enfermedad. Desorientaciones.  Estupor, al mirarse en el espejo se reconoce “esa soy yo” e indica con el índice. Inquietud psicomotora, tendencia a deambular, incontinencia sexual durante el examen. Afectividad exaltada.


También visité a Sonia (la otra sobrina). Maravilloso fue conocer su jardín: salvaje, frondoso, interminable. Variedad de rosas, margaritas, jazmines. Limonero en flor, aromos. Este jazmín del país, me dice Sonia, lo plantó Emilia…

Fuimos al cementerio y vi la tumba. Habían puesto en la misma tierra a ella con su papá, su mamá y su hermana pintora. Sobre ellos planté dos lazos de amor y una planta de la moneda. También llevamos rosas rosas y blancas. Nos acompañó el hijo de Fito, Rafael.
Sonia me contó que Emilia trabajó de peluquera mientras estudiaba teatro y pintura en Rosario en los años 30. Y dicen que hacía unos peinados impresionantes: rulos, ondas, bucles. Vivían en una pensión con su hermana Adelina, ambas discípulas del maestro Manuel Musto.

“Reacciones con llantos al preguntar por su hermana.”

También me contó que Emilia se lavaba el pelo con agua de lluvia, que bordaba sus vestidos hechos en  la tela rústica de las bolsas de harina de la Panadería.

La Panadería sigue existiendo. Antes eran especiales sus panes de harina negra con pasas y nueces. Venían de pueblos vecinos especialmente a comprarlos. Esa parte de la casa sí la alquilaron. Desde la pieza donde habían encerrado a Emilia vienen ruidos de cuadra,  sonidos inconfundibles para mí (que también me crié al lado de una panadería, aunque en otro pueblo). Hoy allí se hace pan…

“Abulia, no canaliza en actividad útil. Sueño tranquilo, se alimenta bien.

ESQUIZOFRENIA: Estupor catatónico.”

Conmovedor, el relato de Fito de la muerte de Emilia:
“Sonidos roncos salían de su pecho. No parecía su voz. Yo sabía que era grave, muy grave, lo que estaba pasando. Me dicen, corré a buscar al tío Blas. Nunca en mi vida corrí así. Cuando llegué a lo de Blas, el tío ni se inmutó, hasta me hizo esperar. Yo no entendía nada. La tía Emilia se estaba muriendo...”
Murió el 10 de agosto de 1962. A punto de cumplir 53 años.

Y Fito agregó, “parece mentira, pero una desgracia venía detrás de otra”, juro que dijo eso. Y yo me comía por dentro las ganas de citar a Gertrudis, la madre de Hamlet que para anunciar la muerte de Ofelia a su hermano Laertes, empieza “Una desgracia viene siempre pisando los talones de la otra”.
La otra desgracia, para Fito, era ni más ni menos la muerte de sus padres…

Para qué revolver el pasado?, para qué?, si eso pasó hace más de 50 años.
Porque esto viene latiendo en la sangre. 


 Antes de irme, pasé a saludar a Rodolfito. Me esperaba con nuevos mates, un retrato de Emilia pintado por su hermana Adelina y unas fotos.

Sonia (setenta y pico) y Rafael (veinte y pico) me acompañaron a tomar el colectivo de vuelta a Rosario que tuvimos que esperar hora y media en la plaza del pueblo, justo en la esquina de la Sociedad Española, donde Emilia montaba las obras de teatro que hacía. Mientras unas adolescentes tomadas del brazo (como en todas las épocas…) le hacían la pasadita al Rafael, éste nos contaba historias de aparecidos…  Y las contó muy bien, en primera persona, con suspenso… Estaba anocheciendo.

Una de las historias de Rafael era de una muchacha vestida de blanco con los pies descalzos que les pidió, a él y a sus amigos, que la llevaran a casa. Esa muchacha había fallecido al cumplir 15 años mucho tiempo atrás.
La otra historia de fantasmas transcurría a orillas del arroyo del Medio, una noche en que Rafael y sus amigos prolongaban un picnic.
Rafael  no sabía lo que me estaba regalando…





Mayo de 2013
Ya pasó el estreno (6 de abril, y Natalia Tesone se acordó que ese mismo día en 2009 estrenamos Viajeras en busca del circo!!!!). Ya pasó también  la “puta” segunda función. Les siguieron las buenas, la olvidable, la fabulosa, la tropecista, etc.

Cada vez que estoy actuando me siento feliz, feliz de haber cultivado este oficio.
Sigo buscando volverme invisible (al decir de Yoshi Oida). Creo que cuando lo logro, la gente sale hablando de un jardín, del sauce y su corteza, del libro de cuentos de la infancia, del olor a óleo, de poesía...


Ahora, en el altillo, el retrato de la tía Emilia me sonríe de reojo, y está enfrentado a la ventana, que seguirá abierta.