VISIÓN



desde la dramaturgia y
la dirección y puesta en escena

Ana Woolf 

Me interesaba la historia de Ofelia separada de su texto de “nacimiento”. La historia de Ofelia separada de la historia que cuentan los otros, Hamlet, su padre, el rey, la reina, su hermano… Me interesaba el espacio que hay entre esos relatos a través de los cuales Ofelia es narrada. Esas cosas no dichas y muchas veces no preguntadas. Ni por los que ponemos las obras en escena ni por los lectores, ni por los actores, ni por los espectadores.
Me interesaba la historia de la locura o de alguien a quien se dice “loca” porque está accionando en un código al cual no se sabe cómo responder. Que nos des-codifica, nos des-coloca. Que dice y hace cosas muchas veces impulsada por otro uso de la razón al cual no llamaría “sin razón”. Así nació, de una biografía real, el segundo personaje: Emilia.
Me interesaba relacionar estos dos personajes. A estas dos mujeres. Buscarles un lazo en común, un parentesco. Intentando así volver al original, a Ofelia de Shakespeare, y llenar esos baches de historia, esos fragmentos no dichos de su vida. Así nació el tercer personaje: la jardinera. Las dos mujeres se encuentran a partir de una tercera mujer, a partir de la jardinera que viene a realizar su trabajo de todos los días: trabajar la tierra – en la puesta: hacer su círculo de sal y comenzar así el tiempo del ritual, de la narración dramática, de la historia de una mujer que contaba la historia de otra mujer a otra mujer que a su vez pasó la historia a otra mujer y así sucesivamente hasta que le llegó a ella y ella la pasará a un nuevo espectador, espectadora. La historia es la historia de Ofelia, de una Ofelia que tal vez no muera, y a la cual tal vez se le empiece a conocer mamá…



OFELIA NUESTRA

por Laura D' Anna

Contar el drama de Ofelia. Ofelia con su padre, su hermano, Hamlet, la reina, el rey. El sauce a orillas del río.
Sumergirse en Shakespeare para beber en él, nadar, ahogarse, salvarse. Shakespeare,  ¿esa es la cuestión? Ese es el juego.
En los intersticios de Shakespeare.

En los intersticios, esta obra.
Esta es una historia de silencio pero Ofelia está cargada de voces
Es un cuento maravilloso pero ella no es princesa ni tiene un anillo mágico.
Esta es una historia de fantasmas pero Ofelia no sabe nada de la sombra.
Ofelia no sabe nada de la sombra del rey Hamlet que se le aparece a su hijo para exigir venganza, Ofelia sabe leer los hechos y los hechos le muestran que Hamlet, su amante, mató a su papá luego del rechazo de las cartas, de los regalos, de los encuentros. Luego de la trampa “para salvarlo”. Luego del “ataque de locura” en que le vociferó a ella, su amada, que se fuera a un prostíbulo. Y ella no  pudo reaccionar. Ella no dijo nada. Ella se dejó.
Es la historia de la simulación de la locura de Hamlet pero es Ofelia la que emprende el viaje y mucho antes.
Esta es la historia de una mujer que no tiene las palabras para nombrar lo que le pasa, para nombrar el mundo, para decir su angustia pero que arroja verdades como piedras.
Es la vieja historia en que una mujer se deja convencer, por un lado, por el discurso enternecedor, el dulce abismo del padre que da buenas razones para alejarse del deseo, y por otro, por la verborragia preclara del amado, que la envuelve, la eleva y la arroja al costado del camino, como un piedra que nunca hubiera existido
Esta es la historia de una mujer encerrada en una fantasía, en la promesa que una vez le hicieron, pero libre en el árbol, el cielo, el agua, la naturaleza como madre presente.
Esta es la historia de una mujer que ama. Pero que ama.
A Ofelia se le rompe el alma, canta de pena, en la última canción.
Y ya no hay voz
Ofelia en el sauce, junto al río.
Ofelia. De agua furiosa.

Ofelia nuestra.