por Laura D' Anna
Contar el drama de Ofelia. Ofelia con su padre, su hermano,
Hamlet, la reina, el rey. El sauce a orillas del río.
Sumergirse en Shakespeare para beber en él, nadar,
ahogarse, salvarse. Shakespeare, ¿esa
es la cuestión? Ese es el juego.
En los intersticios de
Shakespeare.
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En los intersticios, esta obra.
Esta es una historia de silencio pero Ofelia está cargada de voces
Es un cuento maravilloso pero ella
no es princesa ni tiene un anillo mágico.
Esta es una historia de fantasmas pero Ofelia no sabe nada de la
sombra.
Ofelia
no sabe nada de la sombra del rey Hamlet que se le aparece a su hijo para
exigir venganza, Ofelia sabe leer los hechos y los hechos le muestran que
Hamlet, su amante, mató a su papá luego del rechazo de las cartas, de los
regalos, de los encuentros. Luego de la trampa “para salvarlo”. Luego del
“ataque de locura” en que le vociferó a ella, su amada, que se fuera a un
prostíbulo. Y ella no pudo reaccionar.
Ella no dijo nada. Ella se dejó.
Es la historia de la simulación de
la locura de Hamlet pero es Ofelia la que emprende el viaje y mucho antes.
Esta es la historia de una mujer que no tiene las palabras
para nombrar lo que le pasa, para nombrar el mundo, para decir su angustia pero
que arroja verdades como piedras.
Es la
vieja historia en que una mujer se deja convencer, por un lado, por el discurso
enternecedor, el dulce abismo del padre que da buenas razones para alejarse del
deseo, y por otro, por la verborragia preclara del amado, que la envuelve, la
eleva y la arroja al costado del camino, como un piedra que nunca hubiera
existido
Esta es la historia de una mujer encerrada en una fantasía,
en la promesa que una vez le hicieron, pero
libre en el árbol, el cielo, el agua, la naturaleza como madre presente.
Esta es la historia de una mujer que ama. Pero que ama.
A Ofelia se le rompe el alma,
canta de pena, en la última canción.
Y ya no hay voz
Ofelia en el sauce, junto al río.
Ofelia. De agua furiosa.